24 May 2020

ARCANOS DEL DESEO - Gabriel-Aldo Bertozzi


INTRODUCCIÓN
FRANÇOIS PROÏA

TRADUCIÓN
SILVIA CAÑA GOMEZ

En esta novela, la búsqueda de la inmortalidad se entrelaza con una historia de amor. En su viaje a Egipto, el protagonista, el arquitecto Martin de Freycenet-Latour, se enamora de una nueva Nefertiti. Las aventuras contadas a lo largo de la novela tienen lugar en el otoño de 2010, en la orilla del río Nilo y en Francia (París, Chartres, Reims). 

En el camino de la existencia, el autor, como alquimista, aniquila la soledad de los seres para hacer escuchar la música del universo a través de un camino de iniciación, de emancipación. 

En la novela, el lector encontrará amor, locura, esoterismo, masonería, mito, vagabundeo y... un código para la inmortalidad. El autor, experto en técnicas de narración, las supera en el cuento para ofrecer una obra de un nuevo género. 

Gabriel-Aldo Bertozzi, autor también de la novela De vuelta a Zanzíbar, Officier dans l’Ordre des Palmes Académiques (República Francesa), es más conocido como el fundador del Inismo, un movimiento vanguardista fundado en París. Escritor, dramaturgo, artista, ha enseñado en numerosas universidades italianas y extranjeras. Dirige colecciones de libros en Francia, España e Italia y es codirector de la revista Bérénice que él mismo fundó. 

François Proïa es catedrático de literatura francesa en la Universidad G. d’Annunzio de Chieti-Pescara, Italia. Artista, escritor histórico y teórico del Inismo, ha participado en las manifestaciones más importantes del movimiento en Europa y en América y ha traducido y publicado en italiano esta misma novela, de la que ha escrito también la introducción. 

Silvia Cañas Gómez es licenciada en filología por la Universidad Complutense de Madrid y trabaja como lectora de lengua española en la Universidad G. d’Annunzio en Chieti-Pescara. Ha trabajado como traductora y profesora de Enseñanza Secundaria de lengua española e inglesa en España, Inglaterra, Estados Unidos e Italia. 

Me encontré en un río en llamas sumergido en la oscuridad. El increíble gorgoteo había incluso succionado el silencio. Sin embargo, no me horrorizó esa visión, me sentía libre, libre de cualquier temor. Una calma infinita me inundaba la mente. Mi corazón era ligero. Habían desaparecido los latidos de la esperanza. Me parecía maravilloso que yo, punto infinitesimal, condenado a morir, formase parte de tan gran potencia
Gabriel-Aldo Bertozzi


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