El
25 de noviembre de 2020, el mundo entero quedó conmovido por la noticia de la
muerte del mayor intérprete del fútbol: Diego
Armando Maradona. Como ocurre con los grandes hombres, los que cambiaron la
historia de la humanidad con su pensamiento o su arte, el campeón argentino nos
pertenece a todos. Tras su muerte, nos despertamos huérfanos del hombre, del
icono, que revolucionó el deporte, y a su manera, la historia del Siglo XX,
pero sobre todo sentimos una sensación de desconcierto por haber perdido la
encarnación del rebelde que llevamos dentro. Porque Diego Armando Maradona
representaba precisamente eso: perfección técnica aplicada a la lucha contra
las injusticias, a la rebelión. Diego, ese hedor a pobreza nunca se lo quitó de
encima, sería la persona que a pesar de su origen humilde, lograría, como un
héroe, llegar a las cumbres del deporte y a consagrarse como mito de la cultura
pop.
ReyPueblo es un homenaje al ídolo de
nuestra infancia, que además de recopilar los aforismos más significativos del Pibe de oro, traza gráficamente su
trayectoria a través de las ilustraciones digitales de Marco De Luca. En este
libro, la vida de Maradona se convierte en una epopeya, donde el héroe se
escinde entre el líder que arrastra a las masas contra las injusticias, y al
mismo tiempo vive la soledad de quien paga a un precio muy alto el coraje de
sus ideas y, sobre todo, el hecho de ser el mejor.
A través del traslapo gráfico con divinidades, héroes,
artistas y personajes históricos, el retrato que emerge es de un Maradona deificado,
pero en el sentido de dios griego, con los mismos vicios y las virtudes de los seres
humanos. Esta obra quiere revivir la que fue la
historia de quien, más que nadie, encarnó el sueño de todo aquel que ha pateado
una pelota: “quiero jugar un Mundial y
salir campeón!”, a pesar de la pobreza y un físico más acorde con el de conserje
que el de atleta. Recordando los triunfos, las caídas y los excesos de Diego
Armando Maradona, queremos rendir homenaje al hombre que solo, desde Villa
Fiorito a Nápoles, desde Sevilla a Buenos Aires, regaló mucha felicidad a los
últimos del mundo, ReyPueblo de aquella gente humilde y soñadora, como la de
donde venía, que sigue amándolo aún más, y que a lo largo de los años lo ha elevado
a su propio símbolo, libertador, Rey.